Lunes, 09 de diciembre de 2013

Memoria electoralEl último sondeo de Metroscopia para El País muestra en este momento “una intención de voto que daría como resultado el parlamento más fragmentado de la democracia. Ello abocaría a una formación de gobierno sin mayoría suficiente para sacar adelante sus propuestas y obligaría a pactar entre varios grupos políticos cualquier iniciativa”.

No puede sorprendernos esta noticia. El bipartidismo suena a la ciudadanía como camelo y lucha por el poder sin tenerla en cuenta. Seguramente que el  país se haría más difícilmente gobernable, pero ya lo dice Toharia, y Ferrandiz en el editorial “A contracorriente” del día 1 de diciembre: “La ciudadanía añora la vuelta a la negociación y al pacto como modo de resolución de problemas”.

Lo mismo que ha sucedido con la llamada memoria histórica de la guerra civil y posguerra, que se ha abocado al olvido como forma de esconder la cabeza entre las alas y que, por cierto, el diario conservador estadounidense The Wall Street journal en su artículo sobre el auge de grupos fascistas en España achaca a la crisis y al "pacto de olvido" como caldo de cultivo de la extrema derecha, los políticos saben muy bien que el olvido es un arma de extraordinario valor para seguir saliendo airosos en los actos electorales futuros, con independencia de su mala gestión anterior y presente.

Los actos de corrupción, el tratamiento de la crisis económica, el retroceso en prestaciones sociales, el desprestigio institucional, las promesas incumplidas una y otra vez provocan indignación en el ciudadano que promete castigar electoralmente estos desmanes. Esto es extrapolable a los hechos que los gobernantes locales puedan también cometer por acción u omisión en sus ciudades.

Por supuesto que los partidos políticos lo saben muy bien, para eso gastan gran cantidad de dinero público en sus entrenadores y asesores. Y por eso saben muy bien también que gran parte de ese desencanto se desinfla normalmente en el periodo que media a las siguientes elecciones. La estrategia es capear el temporal y planificar respuestas limitadas en periodos clave, próximos a las contiendas electorales. De esta estrategia se beneficia, sobre todo el partido que gobierna, ya sea una autonomía, una localidad o el país pues tiene en sus manos instrumentos más eficaces para distraer al votante en un momento determinado, pero también la oposición.

Esto provoca un “fraude” de facto al ciudadano, entendido como que éste no tiene realmente en sus manos la soberanía popular, sino que debe luchar contra expertos en marketing, pagados con su propio dinero que se lo ponen difícil. Algo parecido al delincuente que tiene más fácil escapar de la condena si tiene dinero para buenos abogados defensores. Independientemente de que esta riqueza haya sido fruto de su delito.

 Los modernos “youtubers” se han especializado en hacernos creer que suceden cosas extraordinarias que son captadas casualmente por las múltiples cámaras que hay hoy día circulando por doquier y que se cuelgan en you tube. Ayudados por la fuerza tremenda de las redes sociales los incautos internautas accedemos una y otra vez a estos vídeos manipulados y grabados al efecto para conseguirlo. Los cientos de miles de visitas proporcionan cuantiosos beneficios económicos a estos nuevos yupis.

Lo peor es que te lo creas, claro. Quedas ridículo recomendando a tus amigos: “Ved a esta mujer lo que le pasó mientras esperaba a su novio y se le cruzó un extraño…” Pues a compartir, que es gracioso. No dejan de ser estrategias fruto del estudio del comportamiento de masas. 

Pongamos por caso al partido gobernante “A” que ha subido impuestos y ha financiado a su criterio las políticas según su entender ideológico o de intereses. Le bastará en un momento adecuado antes de la campaña bajar impuestos para que el votante que no lo tenga muy claro le “perdone”, aludiendo a variados planteamientos, “no hay alternativa”, ”el otro es igual”, “ya por fin ha reaccionado”, etc.

Naturalmente este es un ejemplo simplón y la realidad es mucho más compleja, pero finalmente el resultado viene a ser el mismo.

Por eso es bueno potenciar la memoria. Se ha dicho que desenterrar el pasado provoca dolor y confrontación para justificar la necesidad de olvido, sin embargo las autoridades internacionales nos dicen que el reconocimiento a los errores y agravios pasados construyen un futuro con más garantías de no repetirse. Véase el ejemplo del Holocausto.

El elector no debería perder la memoria electoral en ningún momento, pues eso haría avanzar en la honestidad y servicio público de la gestión realmente a las formaciones políticas. “Fuimos corruptos o no cumplimos lo prometido o no gestionamos con eficacia y perdimos las elecciones, a pesar de las maniobras que realizamos posteriormente para conseguir el olvido del elector”. En el futuro podremos ganar las elecciones en base a nuestro comportamiento honesto demostrado suficientemente y prolongado en el tiempo, habiéndose convertido en tendencia y no en acto puntual.

Cuentan que hubo un político que ganaba siempre las elecciones y se permitió la licencia de comentar que hasta su perro ganaría, de presentarse en su formación. Tan inútil era la oposición. En ese momento perdió esa y todas las demás elecciones.

Es hora de que la ciudadanía empiece a hacer ver a sus políticos que la memoria electoral funciona.


Publicado por minglanillaweb @ 18:13
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